Imaginemos que estamos enfermos (tampoco nada grave tranquilos), tenemos dolores o algún que otro síntoma que nos incomoda seguir teniéndole.
Podemos recurrir al médico, tomar por un tiempo una dosis de pastillas y esperar a que se nos pase.
También podemos recurrir a remedios más caseros de plantas naturales o determinadas sustancias, que no suelen tener tantas contraindicaciones como las pastillas y en muchos casos funcionarán de una forma similar.
Sin embargo, también podemos recurrir a otro método. Cojamos un elemento idóneo (aquí tendremos que preguntar a alguien que sepa del asunto cual es el indicado) y disolvámosle en agua.
Hasta aquí todo bien, pero no hagamos una mezcla como las de agua con azúcar para las agujetas… poniéndonos ya en unos pensamientos totalmente alternativos podemos pensar que en lugar de cuanto más echemos al agua más efecto hará, realmente sea al revés: cuanto menos haya en el agua, mejor.
Por ello, comenzamos con una mezcla de una parte en cien de volumen (100 ml de agua tendrá 1 ml de nuestro soluto). Y a continuación, repetimos el proceso pasando a tener una concentración de 1 parte en 10.000.
Y como mandan los cánones, reiteramos el proceso… hasta que nos quedemos sin agua ó, si hay suerte y tenemos paciencia, podemos llegar a concentraciones típicas de 1/1024 (es decir, repitiendo este proceso 12 veces, que ya son ganas).
¿Qué hemos obtenido aquí?
Una disolución perfectamente disuelta, que cualquier mente despierta y sana calificaría de… agua.
Pero por eso no os preocupéis, ya hemos dicho nada más empezar que nosotros no somos sanos, por lo que no diremos que es solo agua sino que tiene algo más.
A continuación, ya solamente nos queda tomarnos nuestro vasito de agua (perdón, disolución) durante unos días y esperar a que surtan los efectos esperados, es decir, la desaparición de nuestros males.
Ahora viene la pregunta, ¿nos hará algo esto?
Según nuestra premisa de que cuanto más disuelto esté, mejor, nuestra mezcla será buenísima para nuestro cuerpo. Pero por si todavía tenemos dudas de cuánto de nuestro ingrediente activo queda en el líquido, hagamos unos sencillos números, simples como el átomo de hidrógeno:
Partamos de unos 18 gr de agua, en donde introducimos una pequeña cantidad de nuestro agente activo, de forma que ocupe un 1% del volumen de la disolución.
Considerando que tanto el agua como el agente tienen masas del mismo orden (no se diferenciarán en más de un factor 10 habitualmente), tendremos que el número de moléculas del agente será el número de moléculas de agua dividido por 100.
Después de reiterar nuestro proceso, por ejemplo 12 veces como dijimos (aunque podemos llegar sin ningún problema hasta 30. Niños, no hacerlo en casa o acarrearán un gran gasto de agua), tendremos que el número de moléculas de agente es 1024 menor al de moléculas de agua, muy muy pequeño, despreciable para cualquier persona racional.
¿A qué hemos llegado con esto?.
Pues que inicialmente teníamos 18 gr de agua, lo que implica que hay 6·1023 moléculas de agua en el bote. Es decir, el número de moléculas finalmente de nuestra sustancia es… 0.6.
Luego, en nuestra mezcla tenemos una o ninguna molécula del agente.
Y sabiendo que prácticamente hasta el agua destilada que podemos encontrar tendrá más impurezas que nuestra única molécula superviviente, podemos afirmar con total seguridad que… solo sabe a agua, fundamentalmente porque sólo es agua.
Pero como no queremos quedarnos aquí, deberemos mantenernos en la idea de que esto nos va a curar perfectamente (mano de santo, oigan!), por lo que siempre podremos aducir argumentos como que dicho agua tiene memoria y recuerda exactamente y únicamente a nuestro agente, olvidándose de sus impurezas eso sí, en perfecto acuerdo con el hecho que todo el mundo conoce o debería conocer de que la memoria del agua es mucho mejor que la de muchos animales. Dónde guarda esos recuerdos, ni idea, que busquen detrás de los electrones…
Homeopatía
Terminando el tema, para el que haya llegado hasta aquí y esté alucinando con todo lo anterior, decir que este proceso tiene nombre y se llama homeopatía, inventada hace unos 200 años y que en los últimos años está teniendo cierto auge en varios sectores, pudiéndose encontrar sus fármacos en varios sitios, incluso en alguna que otra «farmacia», incluso hay centros que estudian sobre la homeopatía, a los que dan dinero y todo.
Eso sí, creo que no hay forma más cara de beber agua, algo es algo.
Más información
Extensa descripción sobre la homeopatía en Ciencia Kanija.
Hazte experto en homeopatía en 3 minutos, con certificado, visto en Amazings.
Reino Unido está prohibiendo el seguir tirando el dinero del Estado en estas prácticas acuosas, en Ciencia Kanija.
Campaña «1023, Homeopatía, no hay nada en ella», para concienciar y explicar lo que realmente es, en esta página (en inglés).
Artículo de Escepticismo.