Filamento solar

Esta imagen que veis en cabeza ha sido la Imagen Astronómica del Día (APOD), del día de hoy. Para quien no la conozca, la NASA selecciona cada día una imagen astronómica que merezca ser destacada, la cual puede haber sido hecha por satélites, telescopios profesionales o incluso aficionados. Lo único que importa es el motivo que se muestra.

En este caso resalto la imagen porque muestra una de los eventos comunes que se producen en el Sol pero que normalmente no son tan destacados. Me estoy refiriendo a los filamentos, siendo el que ha aparecido estos días increíblemente largo.

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El cielo bajo diferentes miradas

Cuando miramos hacia arriba en una noche oscura y sin luces, podemos contemplar cómo, además de las habituales estrellas y algún que otro planeta, existe una banda que cruza el cielo. Esta banda no es más que la Vía Láctea, la galaxia en la que nos encontramos, que la vemos como un continuo brillante debido a que no podemos resolver con nuestro ojo las innumerables estrellas que contiene.
 
Sin embargo esta visión que contemplamos es únicamente parcial. Nuestros ojos solamente pueden ver una franja muy pequeña de luz, la que va desde el color rojo al color azul. Todo lo que se encuentra más allá del rojo (infrarrojo, microondas, radio) y más allá del azul (ultravioleta, rayos X y rayos gamma) nos lo perdemos…
 
Afortunadamente hoy en día tenemos instrumentos que nos permiten observar el cielo en prácticamente todas las zonas del espectro electromagnético, viendo así procesos físicos totalmente diferentes.

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Jugando con antenas

Vla jodiefoster contact

Contemplando la imagen de la cabecera, puede que bastantes personas reconozcan la película: Contact, protagonizada por Jodie Foster en el año 1997. Una gran película de ciencia ficción basada en el libro con el mismo nombre de Arthur C. Clarke Carl Sagan. De esta imagen destacaremos dos cosas: primero las antenas, que a más de uno le sonará haberlas visto en más de una película o imágenes. Y la segunda a Jodie Foster… ¡aunque no su belleza! si no que nos fijaremos en lo que está haciendo: escuchar lo que capta una de las antenas.

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MAGIC, o astronomía de alta energía

En el anterior vídeo podéis ver un breve documental (de media hora) sobre qué es y en qué consiste el observatorio MAGIC, situado en las Islas Canarias.

Este observatorio, que cuenta con dos telescopios, observa algo muy diferente a lo que suele ver un telescopio normal, pues no busca la luz visible emitida por las estrellas u otros cuerpos, sino que observa la luz de alta energía que emiten éstos, es decir, los rayos gamma.
Para ello, hace uso de uno de los efectos que se producen en la atmósfera cuando incide esta luz, la radiación Cherenkov, de la que ya hemos hablado alguna vez.

Usando esto, nos permite observar los rayos gamma que han llegado hasta la atmósfera observando únicamente luz visible, la que ve nuestros ojos.

Pero para mayor información, ver el vídeo, donde está muy bien explicado por algunos miembros de la colaboración.

Isaac Asimov sobre la ciencia y la belleza

Algunas personas suelen comentar que la ciencia suele quitar el romanticismo de las cosas, debido a que elimina su misticismo. Sin embargo, tal y como narra en este vídeo Isaac Asimov, es más bien todo lo contrario: en lugar de quedarnos en lo superficial, como puede ser observar una noche estrellada, la ciencia permite ir más allá, y poder hablar de los innumerables planetas que orbitan en torno a estas estrellas, cómo nos sentiríamos en la superficie de Venus, Marte, o la Luna; cómo electrones pueden ser acelerados hasta alcanzar velocidades próximas a la de la luz en el entorno de pequeños cuerpos que tienen un tamaño no superior al de una montaña, pero con una masa igual a la del Sol. O de cómo el carbono o hierro del que estamos hechos se formó en el interior de una estrella. Entre otras cosas…

Visto gracias a Ese punto azul pálido.

Del principio al final, por un observador anónimo

Inmersos en una total oscuridad, alrededor nuestro únicamente vemos una espuma caótica que rápidamente va cambiando, como las olas de un mar embravecido. Realmente no sentimos ni calor ni frío, únicamente una absoluta soledad, únicamente acompañada de la incógnita de cómo hemos podido llegar hasta ahí, pues no recordamos nada de nuestro pasado.

Al cabo de un cierto tiempo una de las olas de dicha espuma emerge alrededor nuestro, elevándose y deteniéndose en el tiempo. Inicialmente no notamos nada nuevo, aunque pronto esto cambia de una forma drástica. De repente todo a nuestro alrededor parece uniformizarse y alejarse rápidamente, a una velocidad endiablada. Así, en un instante ese mar ha pasado a sentirse como una inmensa planicie, en donde no observamos la más mínima imperfección. Pero este fenómeno a traído consigo otra consecuencia: hemos empezado a notar calor; al principio bastante débil, pero la temperatura se ha ido incrementando rápidamente hasta hacerse insoportable, lo cual únicamente se hacía llevadero debido a que simultáneamente hemos dejado de estar solos. Han empezado a aparecer otras criaturas. Pero éstas eran demasiado pasajeras: se iban a la misma velocidad con la que habían venido. Aunque cada vez que se iban, aparecía un número mayor de visitantes, éstos distintos a los anteriores, en general más… livianos.

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Un día y un año en Neptuno

Parece que ya ha pasado toda una vida desde que en el siglo XIX los astrónomos y matemáticos Adams y Le Verrier (de forma independientemente) calcularon teóricamente que en el Sistema Solar existía un planeta adicional que todavía no había sido observado y que daría cuenta de las anomalías (rarezas) que presentaba la órbita de Urano.
Esta predicción hizo que se apuntaran los telescopios a la posición donde se predecía dónde debía estar dicho planeta, descubriéndose por Galle en 1846 (es decir, hace 165 años) y recibiendo el nombre de Neptuno.

De esto ya hace mucho, y es por eso que Neptuno es ya un viejo conocido. Aunque pese a ello, esta semana ha habido dos novedades respecto a este azulado planeta, aunque muy diferente a la Tierra.

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La pequeña superluna

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Imagen Astronómica del Día… del día 26 de septiembre de 2007 para ser exactos.

Estos días hemos visto en diferentes medios la noticia (que por otra parte se repite cada cierto tiempo) de que en la noche de ayer teníamos una SuperLuna (quizá al estilo Superman, pero sin capa y bastante más regordeta).
Esto venía al hecho de que la Luna pasaba por su perigeo, es decir por el punto de su órbita más cercano a la Tierra, lo cual ocurre cada 27.3 días (luego no es un fenómeno tan raro), y que en esta ocasión coincidía con una Luna en fase llena (toda la superficie que vemos de ella está iluminada), por lo que con estos dos factores tenemos una Luna más grande de lo normal.

Ahora, el interés del asunto es en ver si ese «más grande» es mucho, poco, se notará algo o si al mirarla nos quedaremos con la misma sensación que siempre.
Así que la pregunta que nos podemos hacer es ¿cómo de SuperLuna fue la Luna de anoche?. Es digna de competir con Superman o más bien se quedó en un proyecto de Chapulín Colorado (la foto lo dice todo).

Por ello, hace falta mirar algunos números.
En la mayor parte de las noticias teníamos que la Luna va a estar a unos 356.577 km de distancia. Y dado que su órbita describe una elipse alrededor de la Tierra, podemos considerar que de media la Luna se encuentra a una distancia de unos 384.000 km (datos de la Wikipedia). Es decir, a veces más cerca, a veces más lejos que dicha cantidad.
Esto significa que respecto a la media anoche se encontraba un 7% más cercana.

Esto se traduce en que en promedio vemos la Luna con un tamaño aparente de medio grado (0.518º para ser algo más exactos). Mientras que ayer la veíamos con un tamaño de 0.558º (ese mismo 7%, ya que eso es proporcional).

Ahora bien, ya solo nos queda comprobar una cosa: ¿qué resolución tiene nuestro ojo?, porque éste tiene un límite en los detalles que podemos ver de un objeto, ya que de otra forma, no tendríamos problemas en ver los pedruscos de la superficie lunar o las intimidades de la vecina de la urbanización de enfrente, por ejemplo.
Y más o menos, esta resolución ronda los 0.6 minutos de arco, es decir 0.01 grados, que supongo que sea para los que aún tienen vista de lince (que por otra parte, curioso refrán, por qué no de águila, que sí que tienen una vista digna de ser envidiada… pero bueno), los que aún distinguen las letras pequeñas del oculista.

¿Con esto qué tenemos?, pues que el cambio de tamaño en la Luna es de unos 0.04º, mientras que el límite de resolución del ojo nuestro es de 0.01º. Por tanto, la superluna que hemos podido ver ayer es únicamente ligeramente mayor que la promedio, siendo este ligeramente bastante próximo al límite que puede resolver nuestro ojo…

Lo que nos lleva a que únicamente habremos notado diferencia si nos pusieran juntas la Luna «promedio» y la «superluna», y aún conservásemos una visión buena y nos fijásemos lo suficiente entre las dos.
Fuera de eso, habrá afectado mucho más la sugestión de nuestro cerebro, la misma que hace que siempre nos parezca más grande la Luna cerca del horizonte que cuando está sobre nuestras cabezas, aunque su tamaño sea el mismo.

ACTUALIZACIÓN: una buena imagen comparativa se puede encontrar en El Beso de la Luna.

Desayunando sin gravedad

Estamos acostumbrados a movernos en el día a día siempre bajo la acción de la gravedad, por lo que vemos como obvio que una manzana caiga al suelo si la soltamos en el aire, que al inclinar la jarra caiga agua en el vaso, etc.

Pero… ¿qué ocurriría si no tuviéramos la gravedad de la Tierra?. Los objetos no caerían al suelo, los líquidos no se comportarían de igual forma al «echarlos» a un recipiente y la llama de una cerilla no la veríamos como sube… por poner un ejemplo.

Una situación típica que nos podríamos encontrar a la hora de desayunar mientras estuviésemos a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) u otra nave orbitando la Tierra, donde tenemos una situación de ingravidez donde parece que no existe gravedad, es la relatada por Yakov Perelman en 1914, en lo que fue uno de sus primeros trabajos de ciencia ficción, donde cuenta con gran precisión cómo podría ser un desayuno rutinario a bordo de una de estas naves (que todavía no existían).

Si os ha entrado la curiosidad de qué cosas fuera de lo común nos encontraríamos durante el desayuno, tenéis el fragmento de Perelman en el blog de Libro de Notas.

Cambiando la Luna por…

Siempre tenemos la bella imagen de la Luna alumbrando las noches solitarias… a veces pareciéndonos tan grande y otras tan pequeña y tan lejana.

Pero, ¿qué pasaría si reemplazásemos a la Luna por un planeta?.

Ignorando los efectos gravitatorios que ocurrirían, en los que al ser mucho mayores estos planetas que la Luna, atraerían con una fuerza mucho mayor a la Tierra, produciendo para empezar unas mareas mucho mayores.
E incluso, para el caso en que sustituiríamos la Tierra por un planeta gigante, como Júpiter o Neptuno, pasaríamos a ser nosotros el «satélite» que orbita al planeta, en lugar de al revés, puesto que la Tierra es mucho más pequeña que éstos y estaría dominada por su mayor gravedad.

Sin embargo, quedémonos esta vez únicamente con la imagen de cómo veríamos en el cielo a estos nuevos vecinos si estuvieran a la misma distancia que la Luna…

Vídeo subido por Brad Goodspeed.

  • Visto en Astropixie
  • Sobre NEOs (y no los de Matrix)

    neo.png

    De vez en cuando al leer los periódicos o ver los telediarios nos encontramos con una noticia repetitiva sobre ciencia (astronomía) que suele acaparar la mayor parte de los titulares, y que casi siempre suele decir algo del estilo de…

    Se ha detectado un asteroide/cometa/objeto que dentro de X años es posible que impacte contra nosotros.

    Aquí, dependiendo del medio que veamos podrá decir que «existe una probabilidad de que impacte», «posiblemente vaya a impactar contra nosotros» o directamente «dicho cuerpo va a impactar contra la Tierra, vamos a morir todos y que cada uno se prepare como pueda».

    Después se suele aprovechar para citar los proyectos que hay planeados para intentar evitar cualquier evento de este tipo en un futuro relativamente cercano, sin olvidar introducir alguna escena de películas estilo Deep Impact ó Armageddon en donde el equipo de cowboys de turno de la NASA se monta en una nave, va hasta el asteroide, le revienta, y toda la población puede seguir viviendo felizmente.

    Afortunadamente, cuando llega la fecha crítica, de momento nunca nada ha pasado y seguimos vivos, pese a que la noticia original venía apoyada por una agencia importante, como la NASA o la ESA, y no por los clásicos charlatanes de turno. ¿Qué pasó entonces? ¿Solo son noticias para acojonar a la población o tienen algo de verdad?.

    Los NEOs

    Siglos tras siglos conocemos que del espacio nos caen rocas continuamente, aunque afortunadamente la mayoría son tan pequeñas que se queman en la entrada en la atmósfera y su único efecto es que las vemos como estrellas fugaces. Sin embargo, eso nos suele levantar cierto temor al pensar que quizá, algún día, pueda llegar una roca no tan pequeña, sino de unos cuantos kilómetros, que pueda traer consecuencias bastante desafortunadas para los que vivimos en este planeta.
    Esto sobretodo viene apoyado con los eventos de este tipo que conocemos que han tenido lugar en el pasado, generando consecuencias poco agradables como alguna que otra extinción masiva.

    Debido a todo esto, desde hace ya bastantes años existen programas de rastreo que lo que hacen es rastrear en el cielo todos los posibles cuerpos que hay próximos a la Tierra, y que en un futuro podrían tener un rumbo hacia ésta, y al menos poder estar avisados.
    A estos cuerpos y a estos proyectos se los denomina NEOs (Near Earth Object u Objetos Cercanos a la Tierra).

    Trazando órbitas

    Una vez se descubre uno de estos cuerpos que no se tiene catalogado, se comienza a realizar una sucesión de observaciones a lo largo de los días, viendo cómo se mueve en el cielo este cuerpo.
    Con ello, se espera reconstruir su órbita por el Sistema Solar, con lo que podremos ver por dónde va a pasar y si en algún punto se va a cruzar con la Tierra algún día.

    Claro que para tener una gran precisión de su órbita se requiere estar bastante tiempo siguiéndole. Por ello, los días posteriores a su primera observación solo se tiene una cierta idea de hacia dónde se mueve, pero con un cono de incertidumbre bastante grande de hacia dónde va.
    Es aquí donde calculas la probabilidad de que se encuentre con la Tierra y normalmente sale un valor no despreciable (debido a que no se sabe muy bien para donde va), momento en el cual dicho cuerpo será conocido por todo el mundo ya que saldrá en casi todos los medios trayéndonos un futuro apocalíptico.
    Sin embargo, a medida que haya más observaciones la imprecisión va reduciéndose, vamos conociendo mejor hacia dónde va y por dónde pasará, y las probabilidades de choque con la Tierra suelen tender a cero. Esta es la parte que nunca sale en los medios (total, qué mejor que mantener el suspense sobre lo que nos pasará en el 2030).

    Por supuesto, de vez en cuando nos encontramos con alguno que nos hace una visita pasando muy cerca de nosotros (aquí extremadamente cerca suele ser una distancia menor a la que se encuentra la Luna), pero afortunadamente a ninguno le hemos parecido suficientemente atractivos como para darnos el abrazo final.

    Nuestros métodos de defensa

    Pese a lo que suele mostrarse en las películas, esas enormes bombas nucleares que consiguen acabar con todo lo que se les ponga por medio y que tienen más usos que una navaja suiza (hemos visto películas en las que se usan para romper un asteroide, desviar un cometa, reactivar el núcleo de la Tierra, reiniciar la rotación de la Tierra, destruir puertas estelares…) no existen, ya que cualquier bomba nuclear que existe, e incluso imaginando alguna mucho mayor que las actuales, no hará ni inmutarse a ningún asteroide que se precie, seguiría siendo como lanzar ranas al Titanic (iba a decir cubitos de hielo, pero mejor no…).

    Así que sin bombas nucleares, ni un equipo de cowboys que con cuchillo y llave inglesa en mano nos salven, ¿qué tenemos?.
    Digamos que si se descubre un cuerpo que va a impactar en los próximos meses contra nosotros, no tenemos nada.
    Pero si nos damos un plazo de bastantes años, hay varias misiones que están proyectadas y que intentan diferentes métodos que podrían funcionar, aunque todas están más que verdes.

    • Don Quijote. Como en toda buena hazaña que se precie, tiene que aparecer nuestro humilde hidalgo. En este caso se trata de una misión de la ESA con la que se va a probar si realmente podemos desviar el rumbo de un asteroide pequeño chocando una nave contra él. Para ello está proyectada esta misión contra dos asteroides de unos 500 m de diámetro.
      Consta de dos nave: Hidalgo y Sancho, la primera impactará contra el asteroide, a unos 10 km/s, y la segunda se quedará observando para tener imágenes de la colisión, muy al estilo de la misión Deep Impact que hizo hace varios años la NASA, en esa ocasión para ver la composición de un cometa.
    • Pintar asteroides. En esta ocasión también consiste en cambiar la órbita del cuerpo amenazador para que no impactase contra la Tierra, solo que en esta ocasión de una forma más lenta.
      Como cualquier cuerpo únicamente tiene iluminada la mitad de la superficie por el Sol, siempre hay un desequilibrio ya que no radia la energía absorbida uniformemente por ambas caras, lo cual para cuerpos pequeños provoca a la larga un pequeño efecto sobre la órbita.
      Así que si aumentamos el efecto de dicho efecto, por ejemplo recubriendo convenientemente al asteroide de material que refleje la luz y de material que la absorba, podríamos desviar ligeramente su órbita, lo justo para poderle decir Adiós!, Goodbye, Au revoir, Addio, Auf Wiedersehen, Adeus,… sin que haya ningún incidente traumático.
    • Y como siempre, queda la clásica opción de lanzar la nave con una bomba nuclear, pero a diferencia de las películas sería para hacer el mismo efecto que con Don Quijote, desviar al asteroide, por lo que sería mejor detonarlo justo por encima de la superficie de éste. Ya que si le «rompemos», lo que nos encontraremos será que hemos aumentado el problema de tener un cuerpo malintencionado a tener varios cuerpos malintencionados, cada uno de los cuales será bastante peligroso para nuestro futuro.

    Más información

  • Sobre los asteroides potencialmente peligrosos, en la Wikipedia.
  • Sobre la misión de Don Quijote, en Portal Ciencia.
  • Efecto Yarkovsky, en la Wikipedia, que es el efecto de que varíen las órbitas debido a la iluminación solar.
  • Formación de agujeros negros supermasivos

    choque-galaxias.png

    Sobre los agujeros negros se ha escrito mucho, desde los que nada más oír su nombre ya gritan «ohhh el apocalipsis!!!» (siempre hay gente con humor) hasta explicaciones más realistas, donde al fin y al cabo se ve que en muchos aspectos son bastante más simples que una estrella.

    Para los agujeros negros de tamaño normal (con masas del orden de la masa solar o unas 10 veces ésta) se conoce bastante bien cómo se forman: cuando una estrella con una gran masa llega al final de su vida, el núcleo colapsa y todas las capas superiores empiezan a caer hacia éste, produciéndose una supernova.
    Si lo que queda tiene aún una masa mayor de unas 8 masas solares (8 veces la masa del Sol), siendo éste un límite no muy fijado todavía, entonces dicha materia no es capaz de soportar su propio peso y se forma nuestro querido agujero negro.

    Sin embargo, fuera aparte de estos agujeros negros «típicos», cuya imagen es la que aproximadamente se tenía en la cabeza desde hace unos 100 años, las observaciones de las últimas décadas nos llevaron a descubrir agujeros negros mucho mayores, enormes, con masas no 1 ni 10 veces la del Sol, sino 106 (un millón) ó 109 (mil millones) veces la del Sol.
    Estos son los que se conocen como agujeros negros supermasivos, y los podemos encontrar en el centro de prácticamente todas las galaxias.

    ¿Cómo se forman estos AN supermasivos?

    El problema con éstos es cómo se han podido formar. El modelo anteriormente explicado no es válido puesto que no existen estrellas con masas tan grandes (el límite teórico para una estrella es de unas 150-200 veces la masa del Sol. Una masa mayor que eso no permite que se forme una estrella).

    Otra posibilidad barajada era que inicialmente fueran AN típicos, con masas «normales», y que con el paso del tiempo, al estar localizados en regiones con una alta concentración de estrellas y gas, hubieran ido atrapando suficiente gas como para haber crecido tanto.
    Para empezar esto ya entrañaba varias preguntas sin resolver, puesto que absorber tal cantidad de materia no es algo como ir a comprar pan todos los días, aunque sobretodo chocaba con las observaciones de las primeras galaxias que se han formado en el Universo primitivo, las cuales ya contienen AN supermasivos pero obviamente no les habría dado tiempo a crecer desde un AN típico.

    Sin embargo, trabajos recientes como el de Lucio Mayar del Institute for Theoretical Phyics in Switzerland publicado este mes en Nature indican que una respuesta más acertada a esto es considerar los choques entre dos galaxias, algo bastante frecuente en el Universo primitivo, en donde a través de simulaciones se observa que en la región nuclear de la galaxia se condensa una gran nube de materia, la cual tiene suficiente masa como para dar origen a un AN supermasivo.

    Más información

  • Resumen del artículo en Wired (en inglés).
  • De nuevo Tyson, ahora sobre OVNIs

    Al astrofísico Neil deGrasse Tyson ya le conocíamos con anterioridad por su fantástico video en el que explicaba la «espaguetización» que sufriría cualquier cuerpo al caer hacia un agujero negro.

    En esta ocasión podemos ver otro video, mostrando de nuevo su gran sentido del humor mientras habla de cualquier tema, en donde responde a una pregunta que le hizo alguien del público:

    Si cree en OVNIs ó visitantes extraterrestres.

    Una larga respuesta, digna de ver, en donde va tratando varios temas, incluyendo algunas pistas de lo que podrían hacer los «abducidos» para tener alguna prueba creíble, como mangarles el primer cenicero extraterrestre que pillen a mano…
    Además, está subtitulado al español gracias a Cerebros no Lavados

    Más información

    Detección de planetas extrasolares

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    Giordano Bruno (1548-1600) fue el primero en pensar, o al menos publicar, en la posibilidad de que si nos encontrábamos en un Sistema Solar, con una estrella y varios planetas alrededor de ella (Bruno sí apoyaba la descripción de Copérnico), era más que razonable pensar que allí fuera, en el Universo, existiesen muchos (el los citó como infinitos aunque por aquella época el infinito que se manejaba no hay que entenderlo estrictamente) sistemas solares análogos al nuestro, cada uno con su estrella y sus planetas, por lo que podría haber muchos de estos con vida.
    Por supuesto, en 1600 fue quemado en la hoguera.

    Cuando ya se tuvo un conocimiento mucho mejor de cómo funcionan las cosas, de por qué los cuerpos orbitan en torno a otros y de cómo se forman las estrellas, la idea de que hubiese otras estrellas con planetas orbitando a éstas se convirtió en totalmente plausible.
    Sin embargo esto también nos hizo darnos cuenta de que sería muy complicado (imposible para la época) ver dichos planetas, ya que éstos brillan mucho menos que su estrella (consecuencia de que son mucho más pequeños que ésta y de que únicamente reflejan la luz que les llega de ella) y están muy cercanos a ésta, en comparación con la distancia a la que se encuentran que ya para las estrellas más cercanas a nosotros será de decenas de años luz.

    Y esto fue la razón de que aunque se supiese que tenía que haber planetas orbitando a muchas otras estrellas, a los que llamamos planetas extrasolares precisamente por estar orbitando a otra estrella que no es la nuestra, no se hubieran descubierto, hasta 1995.

    Después de que llegase el primero, como suele ocurrir, se tuvo un rápido avance que nos ha conducido a que en la actualidad ya se tenga conocimiento de algo más de 450 planetas extrasolares. Eso sí, prácticamente todos ellos son planetas gigantes, similares a Júpiter, y sólo es en los últimos años cuando se está comenzando a observar también planetas rocosos, pequeños, como la Tierra.

    Cómo se detectan

    Hay que decir que ha día de hoy, únicamente hay menos de unas 10 observaciones directas confirmadas. Es decir, solamente se han visto directamente menos de 10 planetas extrasolares en una imagen (como ya comentamos con la primera observación confirmada), aunque este número va creciendo rápidamente en los últimos meses. El resto son «vistos» por métodos indirectos que nos permiten saber que ahí hay un planeta.

    • El primero de esos métodos es el del tránsito. Si tenemos la suerte de que un planeta, al orbitar a su estrella, pasa en un momento dado por delante de ésta (es decir, se pone justo entre su estrella y nosotros), ocultará parte de su luz, muy poco porque es mucho más pequeño que la estrella, pero perfectamente detectable con instrumentos actuales.
      Así, mirando el brillo de muchas estrellas podemos observar en cuales de ellas se produce una caída de brillo cada cierto tiempo producida por un cuerpo que pasa delante de ella. Con esta caída de brillo, además, podemos calcular qué tamaño tiene ese cuerpo, por lo que podremos estar seguros de si se trata de un planeta o es otra estrella compañera.
      Ventajas: se consigue determinar el tamaño del planeta, su periodo (año) y su distancia a la estrella «fácilmente», y es posible obtener su composición ya que al pasar por delante de la estrella, pasaremos a ver la composición de estrella + planeta, así que eliminando la contribución de la estrella, obtenido en otro momento en que no está el planeta, obtenemos únicamente la del planeta.
      Inconvenientes: como hemos dicho, necesitamos que el planeta pase exactamente entre su estrella y nosotros, por lo que nos estaremos perdiendo una inmensa cantidad de planetas en donde esto no ocurre. A su vez, se requiere que estos planetas estén muy próximos a la estrella (lo cual facilita también lo anterior) debido a que en otro caso su paso por delante de ésta se producirá cada mucho tiempo, por lo que no veremos periodicidad o incluso no habremos visto ningún eclipse (por ejemplo un planeta que de una vuelta cada 50 años, es muy posible que desde 1995 hasta ahora todavía no haya pasado por delante de la estrella ninguna vez).

    • Otros dos métodos muy usados también son el de velocidad radial y/o astrometría: si el planeta es muy grande (de tipo Júpiter) causa una atracción apreciable sobre la estrella, lo que hace que a la vez que el planeta gire, la estrella realice también un pequeño movimiento «siguiendo» al planeta. Esto será más notable desde luego cuando más grande sea el planeta.
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      Cortesía de Wikipedia.
      Así, si el movimiento es suficientemente grande, podremos ver cómo la posición de la estrella en el cielo varía ligeramente, describiendo un círculo o elipse pequeñas, lo que nos permite deducir que ahí hay un cuerpo compañero que en algunos casos resultará ser un planeta (lo cual se confirmará de nuevo cuando se calcule la masa que tiene dicho cuerpo).
      En el caso en que este movimiento sea demasiado pequeño como para verlo en imagen, podemos echar mano del efecto Doppler, que debido a que la estrella está «oscilando» producirá que su luz se desplace ligeramente al rojo (cuando se aleja) y después al azul (cuando se acerca), lo que nos permitirá determinar dicho movimiento real y el del cuerpo que lo está causando.
      Ventajas: el efecto Doppler tiene una gran precisión por lo que se pueden ver movimientos bastante pequeños, lo que se traduce en que se observará un rango algo mayor de planetas, pero de nuevo se requieren que los veamos desde una perspectiva apropiada para poder verlo. En este caso esto involucra que el movimiento no sea perpendicular a donde estamos nosotros, para que la estrella «vaya y venga» en nuestra dirección de observación.
      Inconvenientes: Se requiere de un planeta lo suficientemente grande para causar un movimiento apreciable en la estrella. Es decir, únicamente planetas gigantes.

    • Otro de los más comunes es el de microlente gravitatoria. Si este sistema estrella-planeta se encuentra o pasa por delante de otra estrella más lejana (siempre respecto desde donde miramos nosotros), podrá producirse una lente gravitatoria, es decir, la luz de la estrella lejana se magnifica y distorsiona algo como consecuencia de la gravedad de la estrella cercana. Sin embargo, si esta estrella tiene un planeta, éste puede causar otro efecto de lente (microlente más bien) sobre la misma estrella, por lo que observaremos cómo la luz de la estrella lejana varía de una forma diferente a lo que esperaríamos si sólo hubiese una estrella de por medio.
      Ventajas: Cuando es observada, permite determinar «fácilmente» que ahí hay un planeta y con qué masa.
      Inconvenientes: que el sistema solar considerado pase justo por delante de otra estrella o cuerpo más lejana es un fenómeno raro (poco probable) lo que causa que se observe pocas veces, como atestiguan el poco número de planetas que han sido descubiertos de esta forma.

    Como vemos, todos estos métodos tienen un punto en común: en ninguno de ellos se observa el planeta directamente, sino únicamente los efectos que éste causa a otros cuerpos, además de que todos ellos son más fáciles observarlos para planetas gigantes, por lo que siempre se tiene un gran sesgo a favor de este tipo de planetas. Esto es la explicación de que se haya observado un número predominante de planetas gigantes y muy pocos rocosos, no es debido a que éstos sean menos comunes que los primeros.

    Por este motivo, el año pasado se lanzó el telescopio espacial Kepler que buscará planetas similares a la Tierra (planetas rocosos) por el método del tránsito y en principio que estén a distancias similares a las de la Tierra, ya que la misión en un principio tiene una vida de 3 años y medio, por lo que se descarta descubrir planetas que tengan periodos más grandes que ésta.

    Aunque a esta lista ya habría que añadir la detección directa (es decir haciendo una imagen, ocultando a la estrella, donde ya conseguimos ver al planeta) que últimamente está ya produciendo numerosas confirmaciones de planetas, esta vez vistos realmente en una imagen.

    Más información:

  • Planetas extrasolares, Wikipedia.
  • Misión Kepler, AstroSeti.