Adiós… ¡ Ulysses !

ulysses_lanz1.jpg

Ulysses alejándose de la Tierra.

Finalmente, y después de casi 20 años, hoy se pone fin oficialmente a la misión de la sonda Ulysses, como consecuencia del estado de sus generadores.

La misión

Desde su lanzamiento el 6 de octubre del ’90, la sonda Ulysses se convirtió en la primera sonda que realizaría un intenso estudio del Sol, observando por primera vez sus zonas polares, las cuales no son posibles de ver desde la Tierra, ya que nuestra órbita está en todo momento en el plano del ecuador solar.

órbita de Ulysses (azul) y de los planetas:
orbita-ulysses.jpg

Para ello, esta nave debía de salirse del plano de la eclíptica (el plano que forman las órbitas de los planetas del Sistema Solar, que coincide con el plano del ecuador solar) para poder ver los polos del Sol.
Esto, que puede parecer una operación relativamente fácil, requiere una gran energía, lo que se traduciría en una nave pesadísima, lo cual causaría que no se pudiera lanzar desde la Tierra.

Sin embargo, esto se pudo solucionar lanzando la nave hacia Júpiter (justo en dirección contraria a donde está el Sol), donde ayudándose de la gravedad de este planeta, pudo obtener la energía suficiente para situarse en una órbita inclinada unos 80º con respecto de la eclíptica en el ’92 (ninguna nave hasta entonces había superado los 30º de inclinación).

Historial de la misión

Así, en 1994 y 1995 realizó un intenso estudio sobre el polo norte solar, y en 2000 y 2001 le realizó del polo sur (fue cuando se colocó en la posición opuesta de su órbita: mirando al polo sur).

Por medio, Ulysses realizó observaciones de lo que se fue encontrando:

  • El 1 de mayo del ’96 cruzó la cola del cometa Hyakutake, mostrando que ésta era mayor de lo que se pensaba hasta entonces.
  • En 2003 y 2004 volvió a pasar cerca de Júpiter, por lo que aprovechó el momento para realizar más observaciones de éste.
  • En 2007 y 2008 retornó al polo norte, donde consiguió realizar más mediciones, ya en una extensión de la misión.
  • En febrero del 2007 registró datos procedentes de la cola del cometa McNaught.

    Además, durante todo este tiempo Ulysses, como la única nave fuera del plano de la eclíptica, se convirtió en un fantástico observador de estallidos de rayos gamma (GRB), pudiendo facilitar la localización de éstos.

    Logros

    Durante todo este tiempo, esta sonda nos ha hecho ver la complejidad del campo magnético solar y su efecto sobre el Sistema Solar, observando cómo los dos polos difieren enormemente entre sí, lo cual puede se debido al dinamismo que presentan éstos.

    También se descubrió que el material interestelar (de fuera del Sistema Solar) es unas 30 veces mayor de lo que se pensaba, viendo que no estamos tan aislados como podíamos pensar de lo que nos llega de los objetos vecinos.

    El fin de la misión

    Después de haberse extendido la misión hasta marzo del 2009, le llega su final esperado, ya que sus Generadores Termoeléctricos de Radioisótopos (RTG) empiezan a no producir la suficiente energía como para seguir manteniendo descongelado el combustible de la nave, lo que causa que la antena deje de orientarse hacia la Tierra, cortando así sus comunicaciones.

    Por este hecho, hoy se pone fin a esta exitosa misión, aunque Ulysses seguirá en su peculiar órbita alrededor del Sol.

    Más información:

  • El espacio de Javier Casado
  • Sondas Espaciales – Ulysses
  • Sun to set on Ulysses solar mission, (ESA).
  • Ulysses science results.
  • El rayo verde y el cielo azul

    greenflash_parviainen.jpg

    Con este nombre (El rayo verde), que recuerda al de la novela de Jules Verne, hablamos sobre un efecto óptico que se puede ver en el Sol al atardecer (y al amanecer), y en el que se basa el argumento de la novela.

    Por un lado, todos los días observamos que el cielo tiene un color azulado (algunas personas detallarán con una mayor precisión qué tono es… pero con esto nos vale), lo cual a veces puede entrar en confusión con el hecho de que el Sol luce con un color amarillento.. lo que (podemos pensar) provocaría que el cielo fuese amarillento también.
    A esto se podría achacar la idea de que será debido al nitrógeno de la atmósfera (recordemos que ésta está compuesta por un 70% de dicho gas), pero esta no es la razón básica de este efecto.

    ACTUALIZADO: Como bien apuntan en los comentarios, este efecto se debe principalmente a la dispersión que sufren las distintas longitudes de onda al «chocar» con los átomos de la atmósfera, conocido como dispersión de Rayleigh, la cual tiene la propiedad de que dispersa mucho más las longitudes de onda cortas (azules) que las largas (rojas). Así, un rayo de color azul será más dispersado que uno de color rojo después de atravesar una masa de aire.

    Este fenómeno se puede entender de una forma simple viendo que los fotones al incidir sobre los diferentes átomos, interactúan con las nubes de electrones de éstos, lo que hace que cedan parte de su energía a dichos electrones, lo que hace que éstos se pongan a vibrar.

    Sin embargo, éstos pronto vuelven al equilibrio, emitiendo de nuevo dicha energía mediante otro fotón.
    Esta interacción se produce con mayor frecuencia con longitudes de onda cortas (azules), lo que hace que sean éstas las que se dispersan más, ya que los rayos que no interactúan con dichos átomos seguirán su camino inicial.

    FIN ACTUALIZACIÓN

    ¿Y en qué se traduce esto?

    Bueno, el Sol emite en todas las longitudes de onda visibles: desde el rojo al azul, aunque donde más emite es en el verde-amarillo. Así que esto provoca que los rayos azules emitidos por él se dispersen más que los rojos.

    Por lo tanto, estos últimos los seguiremos viendo venir desde donde está el Sol (pues no varían mucho su trayectoria), pero los rayos azules se dispersan por toda la atmósfera… así que son éstos los que predominan cuando miramos en otras direcciones: esa es la principal causa de que veamos el cielo azul.

    ¿Y el rayo verde?

    Una vez relatado lo anterior, vamos a otro momento especial: las puestas de Sol (también extendible a las salidas). Aquí, el Sol está en el horizonte, luego es el momento en que su luz debe atravesar una capa mayor de aire.
    800px-Inferior_Mirage_green_flash.jpg
    Y por lo que hemos visto, los colores azules se dispersan más que los rojos. Si mezclamos estas dos cosas, ya podemos comprender por qué solemos verle de un colo más rojo que cuando está a mayor altura: su luz se dispersa más.. luego ya solamente quedan los colores más rojos en el disco.

    Además, justo en el momento en el que se oculta por el horizonte (aquí es indispensable tener un horizonte marino o totalmente llano), podemos ver (con mucha suerte) durante un instante un rayo de color verde.

    Esto se debe a lo anterior también: los rayos rojos se dispersan menos, luego cuando éstos se ocultan por el horizonte, aún hay rayos verdes, que se han dispersado más, y por tanto que todavía no se han ocultado. Y en ausencia de los rojos, éstos se hacen visibles.

    También hay posibilidad de ver algún rayo azul, pero este es aún más débil que el verde, por lo que prácticamente nunca es posible verle.

    Referencias:

  • Rayo verde y azul en Wikipedia.
  • Rayo verde en la Imagen Astronómica del Día (APOD, 10 de noviembre de 2002) realizada por Pekka Parviainen.
  • Más información sobre el rayo verde.
  • El espectro del Sol

    A lo largo de este artículo hablaré un poco sobre las líneas de emisión y absorción que ocurren en el Sol, aunque al final ha salido un artículo bastante más técnico (complicado) de lo que me gustaría.

    líneas de emisión

    Conocemos que los átomos están formados por un núcleo, bastante pequeño, del orden del argstrom (10-10 m), donde se encuentran los protones y los neutrones, y éste está rodeado de los electrones.
    Éstos se sitúan a diferentes «órbitas» (capas, en entradas posteriores intentaré hablar sobre este tema más en profundidad), cada una de las cuales tiene una energía muy concreta (esto es, los electrones en las capas más cercanas al núcleo están más ligados a éste, por lo que si queremos extraer uno de ellos de ahí, hace falta más energía que si el electrón estuviera más alejado del núcleo, i. e. en una capa superior).

    Por lo tanto, para que un electrón salte a otra capa, que tiene una energía diferente, necesitará ganar o perder energía para realizar la transición (paso de donde estaba a la nueva capa).

    Si la transición ocurre hacia una capa más interna, el electrón necesita perder energía, para lo cual recurre a la emisión de un fotón (luz), que tendrá exactamente la energía que ha perdido el electrón, y dado que la longitud de onda del fotón viene fijada por su energía, el fotón emitido tendrá una longitud de onda conocida (y hablaremos por tanto, de que ha emitido un fotón (luz) de color rojo, azul, de rayos X, etc).

    Y, como en un átomo hay unos niveles de energía (debidos a cada capa) concretos, y diferente para cada átomo, la luz emitida por éste átomo solo constará de determinadas longitudes de onda, lo cual hace posible que viendo la luz emitida por un material/gas, se pueda reconocer de qué elemento se trata.

    líneas de absorción

    Ahora bien, si el electrón en vez de saltar de una capa A a otra B, con B con menor energía, salta de B a A, necesita ganar energía para realizar la transición, para lo cual deberá absorber un fotón con dicha energía (como vemos, se produce el caso contrario: antes le emitía, ahora le absorbe).
    Esto se produce, por ejemplo, si dicho átomo está iluminado con una luz que, al menos, tiene dicha longitud de onda concreta, la cual el átomo absorberá para realizar la transición, dejando el resto de la luz intacto.

    Efectos sobre la luz que nos llega del Sol

    El Sol, debido a la temperatura que está, produce una luz que tiene todas las longitudes de onda (es un continuo). Sin embargo, esta luz tiene que traspasar todo el gas que hay en la superficie solar antes de llegar hasta nosotros, por lo que sufre varios efectos.
    Principalmente, sufre absorciones y emisiones, debido a que al tener que atravesar este espesor de gas, los átomos de éste irán absorbiendo las longitudes de onda concretas que les permite saltar a capas más externas. Y a su vez, al cabo de un tiempo estos electrones se desexcitarán, emitiendo fotones de una determinada longitud de onda.

    Éste por ejemplo fue el método usado en 1859 por Kirchoff para identificar de qué está compuesto el Sol u otras estrellas, refutando las ideas del filósofo Compte unos 10 años después de que pronunciara las palabras «Nunca conoceremos la composición química del
    interior de las estrellas…
    (porque no podemos ir a ellas)».

    Pérdida de la simetría

    Como puede parecer, este proceso es igual en los dos sentidos: si el electrón puede pasar de la línea A a la B, también podrá pasar de la B a la A de igual forma.
    Sin embargo, en el Sol esto no se cumple del todo. Dado que el Sol se encuentra a una gran temperatura (unos 5000 ºC), los electrones no se encuentran en sus estados fundamentales (las capas más bajas o cercanas al núcleo) sino que ya previamente se encuentran excitados.
    Por esto, y si numeramos las capas como 1, 2, 3, 4, etc, y tomando (como ejemplo) que los electrones se encuentren en el estado 2, la luz del Sol presentará absorciones debido a todos los electrones que saltan de la capa 2 a la capa 3, 4, o cualquiera superior. Pero no presentará absorción a la longitud de onda correspondiente a la transición desde la capa 1 porque «ningún» electrón se encuentra ahí.

    En cambio, sí habrá emisiones debidas a electrones que «caen» a la capa 1. Y aunque esto (el tener ya electrones en la capa 1) pueda parecer que ya equilibra la emisión/absorción a dicha longitud de onda, no es así debido a que para cada emisión producida por la caída hasta 1, el electrón se excitará a capas más externas rápidamente, pero en general no se excitará hasta la misma capa de la que cayó, por lo que predominará el número de fotones emitidos frente a los absorbidos para esas longitudes de onda que permiten las transiciones a las capas más bajas a las que se encuentran «normalmente» los electrones en dichas condiciones (en nuestro ejemplo, dicha capa sería la 1).

    Esto produce finalmente que en determinadas longitudes de onda, haya un pico de intensidad, lo cual significa que se dan más desexcitaciones entre dos capas que tienen esa diferencia de energía concreta (y que corresponderán a transiciones entre dos capas concretas de un elemento determinado).
    Y, a su vez, habrá otras longitudes de onda (las más comunes) en las que se observará que la luz del Sol ha sido absorbida, por lo que solo veremos que ahí no se emite apenas luz (en comparación con el resto del espectro). Esto es lo que nos facilita la identificación de los elementos presentes en el Sol.

    espectrosolar.jpg

    En la imagen se observa las líneas oscuras debidas a las absorciones producidas por los diferentes elementos del Sol. Y en el gráfico de la derecha se ve más claramente las pequeñas irregularidades (picos hacia arriba y hacia abajo) debidos a una mayor emisión o absorción, respectivamente.

    La «superficie» del Sol

    sun.jpg

    Siempre que se habla del Sol, no suele haber ninguna duda de que realmente es una bola de gas, sin una superficie sólida (de una forma similar a los planetas gaseosos como Júpiter o Saturno, que tampoco tienen superficie sólida como la Tierra).
    Esto provoca que si pudiéramos acercarnos y descender al Sol (en un viaje mental, ya que de otra forma la temperatura y actividad del Sol tendrían malas consecuencias) nos encontraríamos que nos sería imposible aterrizar (habría que buscar su sinónimo para el Sol) con nuestra nave, ya que al acercarnos a lo que consideramos su «superficie», vemos que ésta no es más que gas, por lo que seguiríamos descendiendo… hasta el núcleo.

    Esto suele ser comprendido más o menos rápidamente, pero muy pocas veces surge una pregunta que una vez lo piensas, tiene mucho sentido:

    Si el Sol no tiene una superficie propiamente dicha, ¿ por qué al mirarle vemos un contorno o límite bien definido ?

    Porque en un principio esto no solo se observaría en el caso de que un cuerpo tuviera una superficie bien definida (sólida), así verías dónde acaba. Pero al ser gas y no tener un límite concreto… no se debería de ver éste borde que en principio no existe.

    La respuesta no es del todo sencilla, aunque vamos a intentar describirlo.

    A medida que nos vamos alejando del centro del Sol, nos vamos encontrando con diferentes capas cada vez menos densas y más frías, hasta llegar a la corona (la que se ve solo en los eclipses de Sol totales) que es la capa más externa del Sol, y en la cual ya las cosas cambian y está a una temperatura mayor que la capas contiguas, por razones que explicaré otro día.

    Así que se dan dos fenómenos a la vez: una menor temperatura, y una menor densidad a alejarse del centro.

    Cuando más caliente está el gas de una cierta zona, más luz emite, así que las capas internas brillan más que las externas, por lo que estas últimas quedarían ocultadas por el brillo de las primeras, y no las veríamos.

    Sin embargo, cuanto más profundo sea dicha capa, más densidad hay, y más materia hay por encima también. Por lo tanto, cuando más profunda sea la capa, su luz se verá más absorvida, ya que ha de atravesar una capa más densa y mayor.

    absorcion_sol.jpg
    Juntando los fenómenos de los dos párrafos anteriores, obtenemos que habrá una cierta capa (a la que me referiré como capa C) en la que se equilibra la luz que emite con la que es absorvida, de tal forma que de la capa inmediatamente externa a C nos llegará menos luz, debido a que nos llega menos luz de ella que de C, por lo que se ve más débil que ésta.
    Y hacia adentro ocurre lo mismo, la capa inmediatamente interna emite más luz, pero ésta se ve absorvida en un factor suficiente como para que nosotros la veamos más débil que la capa C.

    Con esto, obtenemos que desde fuera, la capa C marca una «frontera» bastante bien definida, que es la que nosotros vemos como la superficie del Sol.

    Esta capa tiene un espesor de unos cientos de kilómetros, y depende de hacia dónde miremos (el centro y los bordes del Sol), ya que la luz que nos llega del centro atraviesa un espesor menor, por lo que vemos una zona algo más interna del Sol. Pero en los bordes, como la luz atraviesa un espesor mayor, el equilibrio se alcanza en una región más externa (esta es la causa de que el borde se vea más oscuro: porque la luz que vemos se debe a una capa más externa, luego brilla menos), así que lo que vemos en una zona u otra no corresponde a la misma capa del Sol, sino que hay una diferencia de unos cientos de kilómetros.

    ¿Por qué brilla el Sol?

    sun_main.jpg

    Desde que el homínido pisó por primera vez la Tierra, hemos estado contemplando todos los días a esa esfera brillante que nos ilumina todos los días, y prácticamente en cada uno de ellos no sabíamos qué era y cómo iluminaba tanto.

    Seguramente la imagen que más tiempo perduró fue la de que sería una gigante bola de fuego. Como una hoguera, pero a lo bestia.
    Sin embargo, esta imagen se vino abajo a principios del siglo XX (como casi toda la física anterior), al hacer cálculos sobre la cantidad de «leña» que haría falta para mantener al Sol durante tanto tiempo.
    Se vio que ese no podía ser el motivo por el que producía energía, ya que de ser así, el Sol no duraría más que unos pocos miles de años (los mismos homínidos contradicen eso).
    Además, surgían otro tipo de incógnitas, como la razón por la cual podría arder continuamente en ausencia de oxígeno (ya que el espacio está vacío básicamente).

    Así que la pregunta quedó abierta… hasta que Bethe consiguió explicarlo mediante una nueva forma de generar energía: la fusión nuclear.

    Este proceso se basa, a grandes rasgos, en que si juntamos cuatro átomos de hidrógeno, con una fuerza lo suficientemente grande (la que se da en el centro del Sol), podemos hacer que se «unan» hasta formar un núcleo de helio. Durante esta «unión» es cuando se libera esa enorme energía, debido a que parte de la masa inicial de los cuatro átomos se convierte en energía, la cual calienta la superficie del Sol hasta unos 5.000 ºC, haciendo que ésta brille en un color amarillo.

    Este proceso es una de los que producen una mayor energía, mucho más de lo que produce la fisión nuclear que se da en los reactores nucleares. Pero lamentablemente todavía no hemos sido capaces de reproducirla en una reacción en cadena estable, por lo que no hemos podido crear reactores de fusión.
    Aunque todo llegará…

    Los distintos vestidos del Sol

    Día de Sol. Nos vamos a la playa, o por el contrario nos quedamos en cualquier sitio tumbados, todo por aprovechar la mayor cantidad posible de la radiación con que nos proviene nuestro vecino luminoso.
    Si lo miramos (cuidado con la vista…) siempre le vemos la misma cara: un círculo de color amarillento que ilumina mucho… y sin ningún rasgo que le distinga si está contento o aburrido.

    Sin embargo, hay mucho más detrás de lo que podemos ver…

    Lo que podemos ver

    solvisible.jpg

    Desde el siglo X, los chinos se dieron cuenta que de vez en cuando el Sol presenta ciertos puntos negros (manchas) sobre su superficie, que aparecen, se mueven por ella, y finalmente desaparecen.
    Para poder ver ésto se valían de las salidas o puestas del Sol, cuando éste pasaba por detrás de una capa de bruma o niebla. Así le podían observar durante unos instantes sin quedarse ciegos.

    manchasolar.jpg

    Una vez Galileo probó el telescopio para las estrellas, también se dio cuenta de estas manchas, haciendo un seguimiento más detallado.
    No entraré en más detalles sobre estas manchas o por qué se producen, ya que lo expliqué anteriormente.
    coronasolar.jpg
    Pero lo que podemos ver con nuestros ojos (o ayudados con un telescopio) es principalmente estos rasgos: las manchas solares. Aunque también podemos apreciar zonas, como nubecillas, brillantes, ligeramente por encima de lo que se considera la superficie del Sol (recordemos que es una bola de gas, así que no tiene superficie propiamente dicha), llamadas fáculas. Que sean más brillantes se debe a que están a una temperatura ligeramente mayor.

    Y la última cosa que nos permite ver nuestros ojos, aunque esta vez necesitamos que la Luna esté presente (eclipsando al Sol) es la corona solar. Esa gran «cabellera» de gas que rodea al disco del Sol y que solo se puede ver (de manera natural) en un eclipse de Sol.

    Pero hay más tesoros

    Sin embargo, si cambiamos nuestra visión y en vez de ver en luz visible (lo que ven nuestros ojos) vemos en otro rango de luz (ultravioleta, microondas, rayos X, infrarrojos, etc) nos encontramos con otras estructuras y fenómenos llamativos.

    La línea del Hidrógeno y las protuberancias

    halpha.jpg

    Si, por ejemplo, vemos en un «color» muy determinado, cercano al rojo- infrarrojo, y que se corresponde con el «color» más brillante que podemos ver emitido por un átomo de hidrógeno, nos encontramos con unas estructuras que salen del disco del Sol, las protuberancias, y que normalmente podemos ver en un par de horas que han cambiado, evolucionado.

    Esto se debe a que al ver en dicho «color», estamos viendo una zona de menor temperatura: más externa a la superficie solar, lo que en un análogo con la Tierra sería las capas bajas de la atmósfera.

    Y en la superficie lo que vemos es estas mismas estructuras, pero como en este caso las vemos por encima de una zona a más temperatura, por contraste las vemos oscuras.

    Los rayos X y la corona

    Una de las cosas que más pueden chocar del Sol es que la corona (lo que vemos durantes los eclipses) está mucho más caliente que la propia superficie del Sol, por eso la vemos de un color blanquecino en vez de color amarillento.

    solx.jpg

    Esto trae consigo que en los rayos X es donde más luz emite, así que en esta «luz» es donde vamos a encontrar fenómenos nuevos.
    Y lo que encontramos son las zonas donde chocan diferentes masas de partículas que están cargadas eléctricamente de forma distinta, además de cambios bruscos en el campo magnético del Sol, lo que nos da como resultado zonas donde observamos fuertes explosiones, además de «líneas» que se corresponden a las zonas por donde se «escapa» material muy caliente del Sol.

    Estos son solo algunas muestras importantes de las que guarda el Sol, aunque hay muchos otros. Por lo tanto, aquí es uno de los casos donde podemos decir que nuestros sentidos nos «engañan».
    La próxima vez que toméis el Sol, podéis verle con distinta cara 😉

    NOTA: no descarto hacer un análisis más detallado sobre las distintas visiones del Sol, aunque algo más adelante.
    Las protuberancias (anteúltima imagen) suelen ser mucho más espectaculares, pero en época de mínimo el Sol no da para mucho más.

    Las 12 constelaciones del Zodiaco… ¿12?

    zodiaco.png

    Todo el mundo conoce o ha oído sobre las 12 constelaciones del Zodiaco. Las puedes encontrar en casi todas las revistas, hasta en muchos periódicos, donde te indican a cuál de ellas perteneces en función del día que hayas nacido… algo con lo que indudablemente no podrías vivir sin saber, ya que depende de qué «signo» seas tendrás un buen día.. o uno malo.

    Comprendamos un poco mejor de qué va este tema…

    ¿De dónde provienen estas constelaciones?

    La astrología, junto con la astronomía, son dos de las ciencias más antiguas, que antes iban de la mano y de las que se tienen constancia desde hace miles de años, aunque finalmente (y afortunadamente) se separaron, conviviendo frecuentemente enfrentadas (bicho malo nunca muere…).
    Por aquellos tiempos, la gente ya se dio cuenta de que por la noche se ven puntillos de luz en el cielo: las estrellas, las cuales parecían inmutables, pues siempre estaban en las mismas posiciones respectivas (entre ellas), y a lo largo de la noche iban saliendo por el este y se iban ocultando por el oeste.

    Además de ésto, también había ciertos objetos que no seguían esta perfecta inmutabilidad, sino que se movían al cabo de las horas o de los días: la Luna se aprecia que en una noche se mueve con respecto a las estrellas, mientras que el Sol o los planetas visibles a simple vista se mueven una distancia apreciable al cabo de los días.

    Pero estos movimientos no eran arbitrarios, sino que eran cíclicos: el movimiento de la Luna se repetía al cabo de aproximadamente un mes, mientras que el Sol, al cabo de un año, volvía a estar en la misma posición con respecto a las estrellas de fondo. (esta es precisamente la definición de año)

    Además, en este camino definido del Sol, éste siempre pasaba por delante de las mismas estrellas o conjuntos de estrellas.
    Como estrellas hay muchas y sentido de la orientación poco, se buscan figuras que para cualquiera que tenga una gran imaginación son fáciles de ver haciendo líneas entre las estrellas. A estas figuras se las llamó constelaciones.
    Y a aquellas figuras por las que el Sol pasaba al cabo del año se las llamó constelaciones zodiacales, o más abreviadamente, zodiaco.

    Por lo tanto, ya sabemos qué son éstas constelaciones y qué significado real tienen.

    ¿Estas constelaciones nunca cambian?

    Aquí viene dos de los hechos donde los astrólogos (en muchos casos se puede utilizar también el sinónimo «parlante aprovechado con túnica de colores con aire alocado») exhiben a gritos su largo desconocimiento de como son las cosas:
    La Tierra, en uno de sus múltiples movimientos (el de rotación que da lugar al día, el de traslación que da lugar al año,…) tiene uno llamado precesión que la hace ir girando cada 26000 años como si fuera una peonza. Y una de las consecuencias de éste movimiento es que las constelaciones se «retrasen» al cabo de los años. Con lo que la constelación donde estaba el Sol un determinado día hace varios miles de años no es la misma en la que está el Sol ese mismo día pero en este año.
    Ejemplo: el Sol hoy está delante de Libra, mientras que hace 4000 años iba a entrar en Sagitario dentro de unos días (luego comento en qué constelación estaba, porque ahora os asustaríais).

    Por lo tanto, las fechas que aparecen en esas revistas no son en las que el Sol estaba el día que nacimos, sino en las que estaba el Sol hace unos miles de años, así que somos de un signo distinto al que dicen, normalmente nos corresponde el signo «anterior» aunque hay casos que puede coincidir.

    ¿Un signo del zodiaco… más?

    Y segunda cosa: ¿ Seguro que hay 12 signos (constelaciones) del Zodiaco ?. Antiguamente bastó con poner esas figuras entre varias estrellas, pero llegó un momento es que esto se quedó limitado y hubo que definir fronteras entre éstas (sí, al igual que entre los países o las provincias). Esto provocó un hecho que tampoco conocen los astrólogos de las revistas. Al definir las fronteras, el Sol pasó de pasar por 12 constelaciones a pasar por 13. Había una nueva!: Ofiuco. Pobrecillos los ofiucos… nunca les predicen su futuro. Esta constelación se encuentra entre Escorpio y Sagitario, y el Sol está en ella del 30 de noviembre al 17 de diciembre, muchos más días de lo que está en otras constelaciones…

    ¿Cómo afectan a nuestra vida?

    Después de ver que tienen un efecto enorme en nuestras vidas (producen que tengamos un buen día, que nos despidan, que te regalen un viaje, etc…), salvo en el caso de Ofiuco que es un despistado y nunca se acuerda de sus «descendientes», queda por ver el efecto real. Y lo que nos encontramos, si consideramos todas las interacciones que pueden llegar a la Tierra por parte de todas esas estrellas que forman la constelación (estrellas que no tienen ninguna relación entre ellas salvo el hecho de que un «imaginativo» humano le pareció que, visto desde la Tierra, podría juntarse con aquella otra y formar el dedo gordo del pie de lo que podría se una osa grande (mayor)), obtenemos que el camión de la basura que pasaba ese momento por la calle nos afecta mucho más (y eso sin contar los olores, que esos sí que influyen).

    Así que ya sabéis, fiaos más de los camiones de basura que había cuando nacisteis que del zodiaco… obtendréis «mejores» predicciones (eso sin contar que de predecir tu muerte, acierte mucho mejor el camión de basura al estrellarse contigo que una estrella que tiene muchas otras preocupaciones…).

    PD: Nunca había mirado en qué constelación estaba el Sol cuando nací porque nunca me importó lo más mínimo, pero el otro día coincidió que jugando con el Starry vi la posición del Sol el 15 de diciembre… y coincide con Ofiuco. Eso (saltándome todo lo anteriormente dicho) explicaría mi «rareza» o locura… (según a quién preguntes).

    ofiuco.png

    El por qué de las manchas solares y el ciclo solar

    Debido a que el Sol es una esfera de gas que rota, se obtiene que a distintas latitudes su superficie viaja a una velocidad diferente y como consecuencia, el periodo (o día solar) es distinto para dos puntos situados a una latitud diferente.
    El día solar que se estable es de unos 25 días, que corresponde con el día existente en el ecuador. Si bien, cerca de los polos este valor asciende hasta unos 35 días.

    Como consecuencia de ésto, el campo magnético del Sol también se va desplazando junto a la superficie, con lo que dicho campo se va «enredando» a lo largo de la superficie. Esto provoca que en ciertos sitios dicho campo se haga más intenso, produciendo una región activa, lo que provoca que esa zona es más inestable y es más propensa a crear erupciones solares, además de manchas solares debido a que el gas encerrado en dicho campo magnético local se enfría unos 1000º por debajo de la temperatura normal, suficiente para que, por contraste, veamos una zona oscura.

    Sin embargo, este proceso está enmarcado en un ciclo de 11 años en el cual el campo magnético del Sol se invierte (el polo sur pasa a ser el norte y al revés), al igual que ocurre el la Tierra, solo que con un periodo mucho mayor (de unos 200.000 años). El por qué de que sean 11 años no está todavía del todo claro.
    A lo largo del ciclo, el campo magnético se va aglutinándose en la franja del ecuador, desplazamiento que se puede observar mirando las manchas solares, que cada vez van produciéndose más cerca del ecuador, hasta que al final del ciclo solo se producen sobre el ecuador prácticamente.

    Por lo tanto, en estos 11 años, el Sol pasa por un máximo de actividad, después del cual comienza a reducir su actividad hasta llegar al mínimo, donde se ve relevado por un nuevo ciclo.

    ciclosolar.png

    Actualmente estamos en dicho mínimo, obteniendo varios meses sin observar ni una sola mancha solar. El primer grupo de manchas solares del nuevo ciclo se produco hace unos meses, aunque éste fue muy débil, y estos días ha salido un grupo algo más desarrollado, lo que puede ser un indicativo de que cada vez falta menos para comenzar el ascenso en la actividad solar. (Cabe destacar que el momento en el que se produce el mínimo no se puede certificar hasta que han pasado varios meses de éste, ya que se toman datos promediados durante varios meses para reducir los posibles picos de actividad que se pueden producir).

    Más información y un seguimiento del ciclo solar se puede encontrar en Parhelio.