Impacto sobre Júpiter

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Parece que se confirma lo que se venía rumoreando desde hace dos días, cuando el astrónomo aficionado Anthony Wesley obtuvo una imagen de Júpiter con su telescopio y observó cómo había aparecido una nueva mancha oscura sobre el planeta (visible cerca del polo superior del planeta en la imagen).

Para empezar, recordemos que Júpiter es un gigante gaseoso (lo de gigante porque es unas 300 veces la Tierra), con lo que no tiene una superficie sólida como lo tiene nuestro planeta o la Luna, sino que todo él es una bola de gas (a excepción quizá de su núcleo, que se piensa pueda estar en fase sólida debido a las altas presiones existentes).
Esto hace que al observarle, solo veamos las capas nubosas que recubren su superficie (con vientos de unos 500 km/h), en la cual predomina la Gran Mancha Roja, vista ya por Galileo que es una formación nubosa al estilo de un huracán que aún hoy continúa moviéndose por el planeta. Además de ésta, cabe añadir varias formaciones adicionales similares que suelen aparecer cada cierto tiempo y con vidas de meses incluso.

La sorpresa vino de la nueva «mancha oscura» que se observó, ya que estas suelen ser provocadas por la entrada en dicha atmósfera de algún cuerpo extraterrestre, como ya ocurrió en el pasado con el cometa Shoemaker-Levy (en 1994).
Al analizar dichas imágenes más las que han tomado otros observadores y observatorios, se ha podido deducir que ésto se debe efectivamente a la colisión de algún cuerpo, como puede ser un cometa o asteroide.

Esto es relativamente frecuente (en términos astronómicos) observarlo en planetas grandes como es Júpiter, ya que debido a su gran gravedad, atraen a multitud de cuerpos que al pasar cerca de él, suelen ser desintegrados por las grandes fuerzas de marea a la que se ve sometido.

Análogo al caso del cometa Shoemaker-Levy en 1994

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En 1994 se produjo un fenómeno parecido a éste, solo que por aquel entonces era la primera vez que observábamos este tipo de fenómenos (principalmente porque ya estábamos en una época donde teníamos medios para observarlos). En este caso, dicho cometa, descubierto por la astrónoma Shoemaker y por Levy, pasó bastante cerca de Júpiter en su camino alrededor del Sol, lo que provocó que no pudiera soportar las intensas fuerzas de marea de dicho planeta y se fracturó en múltiples fragmentos (del orden de 20 principales).

Después de esto, dichos fragmentos fueron cayendo paulatinamente sobre el planeta, en un fenómeno que tenía a varios observatorios, incluido el Hubble, observando dicho planeta, ya que se esperaba con entusiasmo el primer impacto observado de un cuerpo del Sistema Solar sobre un planeta como Júpiter.

Al caer sobre el planeta, se observó cómo se formaban unas nubes negras que iban expandiéndose (eran el resultante de la onda de expansión provocada por la entrada de los fragmentos del cometa sobre la atmósfera joviana), y que, después de varias semanas, fueron desapareciendo.

Atención a la prensa

Como suele ser habitual en este tipo de noticias y como consecuencia de tener en los medios un sector científico (cuando le hay) en donde solo habitan periodistas que prácticamente nunca tienen el mínimo de cultura general científica, se puede encontrar noticias como esta de El Mundo donde anuncian que el cuerpo ha dejado un cráter sobre Júpiter mayor que el tamaño de la Tierra, lo cual es totalmente imposible ya que como hemos visto, Júpiter no tiene superficie sólida, y por tanto, cualquier cuerpo que «choque» contra dicho planeta, irá adentrándose cada vez más en la capa de nubes hasta que por fin sea totalmente destruido; o esta de 20 Minutos , donde aseguran que el objeto (cometa a asteroide como recalcan después) era mayor que la Tierra, lo cual lo convertiría, para empezar, en un planeta más que en un asteroide o cometa, y a continuación, en el 9º planeta del Sistema Solar (o difunto 9º planeta) que nunca se habría observado a pesar de su tamaño (no he tenido en cuenta a Plutón al decir lo de 9º planeta, que conste).
De ser un planeta el que habría colisionado, (además de estar preparados todos los astrónomos de la Tierra con sus telescopios observando tal acontecimiento, ya que dicho planeta se conocería desde hace mucho tiempo) las consecuencias sobre la atmósfera de joviana hubieran sido bastante más notorias.

  • Noticia vista en Eureka.
  • Más información sobre la confirmación de este impacto en Universe Today (en inglés).
  • Gran información sobre el impacto del cometa Shoemaker-Levy en el JPL (NASA) (en inglés).
  • Nuevas pistas sobre el incidente Tunguska

    Hace tiempo hablamos sobre el fenómeno que sucedió en Tunguska en 1908, en el que un meteorito de gran tamaño cayó en dicha región siberiana, causando unos fenómenos que fueron observables desde gran parte de Europa.

    Hasta ahora, no se había conseguido afirmar si el cuerpo que impactó era un fragmento de asteroide o de un cometa, debido a la ausencia de rocas del meteorito en el lugar del impacto.
    Sin embargo, estos días ha aparecido una investigación en la que se encuentran factores que sugieren que fue un cometa (un objet de hielo básicamente) el que causó tal impacto.

    Datos conocidos del impacto

    De los datos que tenemos sobre los días posteriores al impacto, conocemos que por toda Europa (hasta Londres incluso) se tuvo noches perfectamente iluminadas.
    Además de que el objeto probablemente no impactó en tierra, sino que se destruyó (al menos su mayor parte) mientras todavía estaba en el aire, conclusiones obtenidas a partir de la ausencia de un gran cráter en la zona.

    Las extrañas nubes

    Recientemente, se ha empezado a comprender ciertas nubes que se forman de vez en cuando: las nubes noctilucentes.
    Este tipo de nubes son bastante brillantes, aunque únicamente visibles por la noche, localizándose a una gran altitud (de unos 90 km) sobre las zonas polares en los meses de verano.

    Ahora viene lo inesperado: recientemente se ha visto que los lanzamientos de los transbordadores espaciales aumentan (o provocan) la formación de estas nubes al poco tiempo de estos lanzamientos.

    ¿Por qué?

    Bien, durante estos lanzamientos vemos toda la columna de «humo» que desprenden dichos lanzamientos, la cual en un 97% es agua fundamentalmente (que puede alcanzar unas 200 toneladas), la cual se ha conseguido observar que en una apreciable cantidad termina llegando a las regiones polares con el paso de los días.

    Estas partículas (hielo de agua, ya que a esas alturas están congeladas) son las que forman este tipo de nubes, y estos cristales de hielo son los responsables de que tengan ese brillo llamativo.

    La asociación entre estos lanzamientos y la formación de nubes se han encontrado, por ejemplo, poco después del lanzamiento del Endeavour el 8 de agosto del 2007 o después de la desintegración del Columbia en su reentrada a la Tierra.
    Aunque también debidos a factores naturales como algunas grandes erupciones volcánicas.

    La relación con Tunguska

    Ahora bien, estas nubes parece que son las mismas que las que se encontraron después del impacto de Tunguska, causando esas noches iluminadas, así que para ver la relación entre las nubes y el fenómeno, nos hace falta una enorme cantidad de agua inyectado a la atmósfera.
    Lo cual encaja bastante bien con la hipótesis de que fue un cometa el que impactó, y al desintegrarse a una gran altura, inyectó esa cantidad de vapor de agua a la atmósfera, formando nuestras nubes.

    Incógnitas todavía por resolver

    El principal fallo que tiene dicha hipótesis es que todavía queda por explicar cómo dicho vapor de agua consiguió viajar tanta distancia hasta formar nubes incluso en Londres.

    Esto, podría explicarse si se crearon enormes remolinos que atrapaban el vapor de agua, acelerándole a velocidades de hasta 90 m/s. Sin embargo, nuestro conocimiento de dicha región de la atmósfera (la mesosfera) es bastante pobre, por lo que habrá que realizar más estudios para comprobar si la generación de estos remolinos como consecuencia del impacto pudo ocurrir.

    Aun así, un nuevo paso hacia la comprensión de qué objeto (si un asteroide o cometa) fue el que impactó en esa aislada región siberiana. Aunque siempre habrá gente que recurra a rayos de la muerte u otras civilizaciones para explicarlo…

    Visto en:

  • Ciencia Kanija.
  • Discover.
  • Impactos de meteoros: de dónde provienen

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    Y ya acabando esta serie de entradas sobre meteoritos (salvo que se me ocurra alguno más), que espero no haya resultado demasiado pesada, comentemos de dónde proceden.

    Supongo que a estas alturas nadie espere que vengan debido a algún vecino extraterrestre que nos tiene manía y nos va lanzando rocas de cuando en cuando (eso solo se lo hacemos al vecino de enfrente), así que queda explicar cómo llegan hasta aquí.

    Origen de los más pequeños

    Como comentamos, la mayoría son insignificantes bolillas de menos de un milímetro de diámetro. Éstas normalmente son partículas que han ido soltando los cometas al acercarse al Sol. Como vimos, los cometas al acercarse al Sol desprenden una cola de polvo, que va «ensuciando» toda el camino por donde pasan dejando estas pequeñas partículas (al igual que esos domingueros que llevan el tubo de escape roto desde hace 500 km y van dejando una significante «cola» de polvo, en este caso de color negro…).

    Así que si un cometa tiene una órbita que se aproxime en algún punto a la de la Tierra, dejará por esta zona una gran cantidad de pequeñas partículas, esperando a que llege la Tierra para bombardearla.
    Esto, que puede parecer difícil de ocurrir, es muy común, y en las fechas en que la Tierra corta este «punto negro» (por donde pasó el cometa) se produce una gran cantidad de meteoritos, a lo que se le da el nombre de lluvia de estrellas, ya que, al igual que cuando llueve, parece que todas las partículas provengan de un mismo punto.
    La mayor parte de las lluvias de estrellas (las lágrimas de San Lorenzo o perseidas, por poner un ejemplo) son producidas por estos «desperdicios» de los cometas (me acabo de cargar todo el «origen místico» que se le otorga por parte de ciertos individuos, lo sé…). Así, las perseidas son provocadas por el cometa Swift-Tuttle, o las oriónidas por el famoso Halley.

    Los de tamaño medio

    Por otra parte, los meteoritos de tamaños de unos centímetros o decenas de centímetros, suelen provenir, o bien de restos de cometas también, o de otros cuerpos del Sistema Solar, como puede ser la Luna o Marte.
    La Luna no tiene atmósfera, así que todas las partículas que chocan contra ella llegan enteritas a su superficie (ya que al no tener atmósfera, no se queman en ésta al entrar), así en el choque contra la superficie, es relativamente frecuente que «salten» restos de la superficie al espacio, y si tienen suficiente velocidad se escaparán al espacio y no volverán a caer a la Luna.
    Como somos los más cercanos a ésta, somos los destinatarios que más reciben estas rocas, habiéndose encontrado ya varios meteoritos procedentes de la Luna (se sabe que proceden de ésta por la composición, única para cada cuerpo del Sistema Solar).
    Aunque más difícil, también se han encontrado meteoritos procedentes de Marte. Mucho más escasos debido a la lejanía de éste planeta (en comparación a la de la Tierra) y a que tiene mayor gravedad que la Luna, lo que hace que las rocas necesiten una velocidad mayor para escapar de él.

    Los salvajes

    Por último, queda comentar de dónde proceden los que causan unas consecuencias más catastróficas o notables. Éstos, es difícil que se produzcan como consecuencia de material escapado de la superficie de algún planeta, ya que la energía necesaria para lanzarlos a esa velocidad es muy grande.
    Así que la explicación es otra: la mayor parte son asteroides o cometas, que han sido perturbados por la gravedad de algún planeta y han sido lanzados hacia aquí, chocando contra la Tierra. O también pueden ser restos de algún cometa (que, por ejemplo, se haya fragmentado) y mientras el cometa (o su mayor parte) a seguido por el espacio, este fragmento ha sido atraído por la Tierra.

    Para finalizar, cabe destacar que durante la formación del Sistema Solar, se tiene varios indicios de choques entre cuerpos que ya se considerarían planetas, lo que da lugar a unas consecuencias bastantes bestiales.
    La Luna se cree que se formó por los fragmentos que se emitieron al chocar la Tierra con un cuerpo del tamaño de Marte.
    La rotación de Venus (lo que produce los días), en sentido contrario a la de los demás planetas, es probable que sea debida a un choque con un cuerpo de gran tamaño.
    El eje de rotación de Urano, que está inclinado unos 90º respecto a su movimiento en torno al Sol (el de la Tierra es de unos 24º y ya es grande), lo que lo hace estar tumbado durante su viaje en torno al Sol, es debido a un choque con otro gran cuerpo.

    Impactos de meteoros: Tunguska

    Hoy comenzaré la primera de algunas entradas sobre diversos impactos que se han producido en la Tierra, con consecuencias más o menos relevantes.

    Empecemos por un impacto reciente en términos de grandes choques contra la Tierra, del que este año se cumplen 100 años: el impacto de Tunguska.

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    Situémonos en Tunguska, una región aislada por taiga en la siempre inaccesible Siberia.
    Son cerca de las 7:15 de la mañana (hora local de allí) del día 30 de junio de 1908, cuando salimos de nuestra casa bien fresquitos (en sentido literal, porque probablemente encontremos varias decenas de grados bajo cero), cuando de repente vemos en el cielo una bola gigantesca de fuego, que estalla y nos despierta (o eso o nos duerme eternamente) con una explosión equivalente a unas 1000 bombas de Hiroshima.

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    Por suerte, nosotros no estábamos ahí, ni casi nadie, ya que es una región bastante despoblada.
    Sin embargo, la explosión si pudo notarse en muchos lugares. Arrasó una superficie de unos 2000 kilómetros cuadrados de bosque (como media Cantabria) en la que dejó a todos los árboles (unos 80 millones) tumbados en el suelo, como consecuencia de la onda expansiva, y con dirección opuesta a la de la explosión. Un paisaje francamente desolador.
    Pero sus efectos llegaron también a Europa, donde, debido al polvo que depositó sobre la atmósfera, hasta los ingleses pudieron leer el periódico a media noche en plena calle, además de que en el viejo continente también sintieron parte del temblor debido a la explosión.

    ¿Qué ocurrió?

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    Hasta diecinueve años después no hubo ninguna misión en busca de la zona cero (recordemos que es Siberia, encontrar dónde se había producido era francamente difícil), y después de 19 años la zona seguía como se ve en la imagen de al lado.
    En esta expedición, se encontraron con el paisaje desolador que hemos descrito antes, aunque al menos les sirvió de ayuda para encontrar el lugar de impacto, ya que el bosque seguía arrasado, así que los árboles apuntaban directamente a dicho punto… solo tuvieron que seguir la dirección en que estaban tumbados.
    Sin embargo, al llegar al centro, se encontraron con que aquí los árboles seguían en pie, aunque totalmente arrasados: solo contaban con el tronco principal, como si fueran postes de teléfono.
    Esto indicaba que el objeto había estallado en el aire, y por eso justo encima de la explosión no tumbó a los árboles, solo los arrancó las ramas. Además, que los troncos hubieran permanecido en pie indicaban que la explosión fue suficientemente rápida como para cortar las ramas antes de que éstas pasasen dicho impulso al tronco y partir éste también. Este efecto también se vio tristemente 37 años después… en Hiroshima.

    Sin embargo, lo que más llamó la atención (como si lo anterior fuese algo que sucediese todos los días…) fue que no se encontró ningún resto del objeto. Cuando un meteorito cae en la Tierra, se desintegra casi totalmente, pero siempre queda algunos pequeños fragmentos en tierra…

    Esto avivó las hipótesis de que más que un pequeño (el objeto tenía unos 37 metros de diámetro) asteroide, podría haber sido un pequeño cometa, ya que éste, al estar compuesto en una gran parte por hielo, se podría haber desintegrado totalmente.

    Explicaciones actuales

    Aún sigue sin saberse si fue un asteroide o un cometa ya que no se han encontrado restos.
    Sin embargo, un equipo recientemente ha detectado que un lago cercano (lago Cheko) no existía en los mapas de antes del impacto, además de tener una forma propia de un cráter de impacto, y de tener en el fondo una roca que bien podría ser un resto del objeto.
    Esto encajaría con un pequeño fragmento que hubiese sobrevivido a la explosión en la atmósfera y finalmente se hubiera estrellado en tierra creando un cráter que se inundó formando un lago (algo muy común en fenómenos de este tipo).
    Así que por fin podría tenerse un resto que analizar. En un año lo sabremos…

    Información sobre este estudio: aquí (inglés) o (en español) en Investigación y Ciencia de octubre.

  • Ciencia @ NASA.
  • El Singular.
  • Esencia 21.
  • Astronomía fácil con Hermes.
  • Las colas de los cometas

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    En muchas fotos sobre cometas, podemos distinguir que éstos tienen dos colas, una blanquecina y otra más débil y de color azulado (imagen superior). Sin embargo, en otras fotos ésto no aparece, observando únicamente una de ellas, la blanquecina (imagen inferior).

    ¿Cómo se forman las colas?

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    Un cometa es un pequeño cuerpo (un peñasco de unos pocos kilómetros de diámetro, básicamente) formado por roca e hielo que orbita en torno al Sol en órbitas muy excéntricas (en algunos puntos se aleja mucho del Sol y en otros pasa muy cerca), que pueden llegar a pasar desde distancias mas allá de Plutón hasta acercarse a la órbita de Venus, de un extremo a otro de la órbita.
    Cuando se va aproximando al Sol, el cometa se va calentando, y el hielo que contiene comienza a evaporarse. En esta evaporación, el hielo y restos de roca son expulsados del cometa, provocando una gran cola a lo largo del cometa, que es la que normalmente observamos en todos los cometas próximos al Sol.

    Pero a su vez, el cometa contiene gases retenidos bajo su superficie, que al sublimar el hielo, salen al exterior. Como la proporción de estos gases es menor que la de roca o hielo, la cola que forman al salir estos gases es mucho más débil que la formada por el polvo (hielo + roca).

    Direcciones de las colas

    En un principio, se puede pensar que las colas llevan una dirección contraria al movimiento del cometa (parece intuitivo, ya que es lo que normalmente observamos aquí en Tierra).
    Pero este argumento ya falla cuando observamos las dos colas, a que éstas tienen diferentes direcciones.

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    La clave está en que el espacio está vacío, luego no hay rozamiento cuando un cuerpo se mueve. Como resultado, obtenemos que la dirección de las colas no es la contraria al movimiento del cometa.
    Por un lado tenemos la cola de gas, que está muy afectada por el viento solar (producido por las partículas y radiación que emite el Sol). Por lo que la dirección de esta cola siempre apunta en dirección contraria a donde se encuentra el Sol.
    Y por otro lado, tenemos la cola de polvo. Ésta también está afectada en gran medida por el viento solar. Pero como está formada por partículas pesadas (en comparación con el gas, ya que casi nunca consta de partículas más grandes que un centímetro), éstas presentan una inercia mayor, lo que da como resultado una cola en dirección opuesta al Sol pero ligeramente curvada en la dirección del cometa.

    Casos curiosos

    Para terminar, comentar que a veces se producen pequeñas «explosiones» debido por ejemplo a que una bolsa de gas atrapada en el interior del cometa se libera de forma brusca, como pasó en el cometa Holmes en noviembre del año pasado, provocando que de repente el cometa adquiera una gran cola, o mejor dicho coma (la parte de polvo y gases que envuelve al cometa) que va creciendo rápidamente, como se puede ver en la foto:

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    Más información

  • Más imágenes por parte del autor de la 2º fotografía, un astrónomo amigo: J. Temprano.
  • Imágenes del Observatorio Astronómico de Cantabria.
  • Cómo construirte tu propio cometa a escala.